“Creemos que los negocios son buenos porque crean valor, son éticos porque se basan en un intercambio voluntario, son nobles porque elevan nuestra existencia y son heroicos porque crean prosperidad y sacan a la gente de la pobreza”.
Con esta frase comienza el credo del Capitalismo Consciente, término acuñado —y explorado en el libro del mismo nombre— por John Mackey (fundador de Whole Foods) y Raj Sisodia.
El texto parece un grito para resaltar que, un capitalismo bien implementado es mucho más constructivo de lo que hemos visto en los últimos 150 años. Ese capitalismo voraz, enfocado únicamente en el retorno para los accionistas y dispuesto a pasar por encima de los derechos laborales, las comunidades o el medio ambiente, puede quedar atrás. Hay alternativas y voces que insisten en que no todo es negativo; que existen otras formas, pues al final el libre mercado ha demostrado ser el modelo socioeconómico más eficiente, solo falta encontrar el equilibrio.
Los autores plantean cuatro pilares para lograr una compañía consciente en todos los aspectos: propósito superior, liderazgo consciente, cultura consciente y orientación hacia las partes interesadas (stakeholders). Si ya leíste el libro, notarás que cambié el orden. Lo hice porque considero que los tres primeros se relacionan más con el equipo y la cultura interna, mientras que el enfoque hacia las partes interesadas abre el espectro al ecosistema donde los negocios se desarrollan.
No sorprende que los autores identifiquen seis grupos de partes interesadas: clientes, empleados (otra vez algo interno), proveedores, inversionistas/accionistas, sociedad/comunidad y medio ambiente.
Algo que me llamó muchísimo la atención es el hecho que los autores mencionan que, si bien no es imposible lograr un cambio una vez que el negocio está en marcha, es mucho más fácil implementar prácticas y políticas desde el inicio, y con los líderes completamente comprometidos.
En ese sentido, creo que las startups —sobre todo aquellas que nacen con la misión de resolver un problema social o ambiental— tienen una oportunidad enorme de convertirse en empresas conscientes en todos los aspectos, gracias a la agilidad de sus procesos y al propósito con el que fueron fundadas.
Un punto clave es que la visión del capitalismo consciente no busca maximizar el valor de un solo grupo (parte) de interés – o stakeholder –a costa de los demás, sino crear valor para todos de manera equilibrada.
Me parece que el punto central de la teoría está en reconocer que los intereses de los seis stakeholders están profundamente interconectados y que, cuando una empresa procura el bienestar de todas ellas, el éxito financiero se convierte en una consecuencia natural.
Lamentablemente, no son muchas las compañías que han logrado implementar esta visión de forma exitosa. Quizá los ejemplos más visibles sean Starbucks y Whole Foods (aunque, tras su venta a Amazon, surgieron muchas interrogantes). El reto ahí está: ¿cuántos emprendedores estarán dispuestos a asumirlo y a convertir sus empresas en verdaderamente conscientes bajo los principios del capitalismo consciente?
Por: Miguel Gallo